Redactado por: Geraldine Imbett
Dirección de Comunicaciones y Marketing
Nova et Vetera: ¿Qué significa para usted haber sido reconocida como egresada destacada del Departamento de Historia de la Universidad de Antioquia en la conmemoración de sus 50 años?
Adriana Alzate: Es un reconocimiento que agradezco y que me alegra mucho. Significa, sobre todo, un honor y un gesto de respaldo a mi trabajo que valoro enormemente. La mayor parte de mi vida la he dedicado a la enseñanza y a la investigación histórica; ser reconocida por la universidad donde me formé me alienta y refuerza mi compromiso con este modo de vida, que es también una causa.
Nova et Vetera: Como fundadora del Programa de Historia de la Universidad del Rosario, ¿cuál considera que ha sido el mayor reto y el mayor logro en este proceso de consolidar un espacio académico para la disciplina en nuestra Universidad?
Adriana Alzate: El mayor reto no fue tanto crear el Programa, sino mantenerlo y consolidarlo como uno de los mejores programas de Historia del país. En 2026 cumplimos 20 años de existencia. Su creación surgió de la necesidad de legitimar y consolidar la Historia como una disciplina autónoma dentro de la Universidad del Rosario, una institución con una fuerte tradición humanística, donde la Historia como saber ocupaba un lugar desde muy temprano en su devenir, incorporada al estudio de la Teología y la Jurisprudencia, en cursos y grupos de estudio, pero no como un programa que formara historiadores/as.
En este sentido, se partió de la convicción de que la Historia no era simplemente una auxiliar de otras ciencias sociales, sino una necesidad formativa que desarrolla un estilo de pensamiento específico: el pensamiento histórico. Esto implicó la obtención de recursos humanos, financieros y físicos adecuados, y el diseño de un plan de estudios que fuera, a la vez, riguroso, singular, interdisciplinar y relevante para la realidad nacional, en una ciudad donde, en la época, había otras cinco universidades que ofrecían esta carrera.
El reto era también que el Programa de Historia pasara de tener una directora que era, al mismo tiempo, la única profesora, a tener un equipo docente estable, diverso y de alta calidad. Esto significó una labor de atracción y retención de talentos que tuvieran las condiciones para ser referentes de la disciplina. Por fortuna, se consiguió contratar a los profesores excepcionales que lo conforman hoy.
Creo que el mayor logro es haber construido un espacio de pensamiento crítico y entusiasta y, más importante aún, la calidad y el impacto de nuestros egresados. Nuestros egresados son muy activos y comprometidos: ya sea desde la enseñanza, los archivos, las bibliotecas y otras instituciones culturales, la diplomacia, la actividad editorial o incluso los medios de comunicación, utilizan la Historia para dar profundidad y complejidad a las discusiones sobre problemáticas nacionales.
Nova et Vetera: A lo largo de su trayectoria, ha trabajado por el fortalecimiento del conocimiento histórico en el país. ¿Qué desafíos identifica hoy para la Historia como campo de estudio y como herramienta de transformación social?
Adriana Alzate: Estamos en una época muy difícil para la Historia y para las ciencias sociales y humanas. En los últimos años se ha comprobado una marcada disminución de matrículas de estudiantes en estas carreras en todo el mundo. Las causas aún no son muy diáfanas, pero puede pensarse que se deben a un conjunto complejo de factores como la presión del mercado laboral —que privilegia las capacidades utilitarias e instrumentales, los ingresos rápidos y los tiempos cortos de formación—; el auge de la perspectiva STEM, que se empieza a instaurar como una política educativa global que promociona estas disciplinas como las únicas relevantes para el futuro y la innovación; y una progresiva devaluación de lo que las ciencias sociales y humanas aportan a las sociedades: pensamiento crítico, valores cívicos y democráticos, conocimiento contextualizado, sentido histórico, comprensión profunda de lo humano, etc.
Y todos estos factores se enmarcan en un mundo signado por el avance tecnológico, la inteligencia artificial, la polarización política y la crisis de sentido. En este intrincado momento histórico estamos reflexionando sobre el papel de las ciencias sociales y humanas en la sociedad, así como sobre cómo pueden ayudarnos a enfrentar los desafíos de las transformaciones actuales. Pero no se trata solo de resistir: se defiende lo que pone en riesgo la dignidad y la justicia, se abrazan las innovaciones que enriquecen nuestro conocimiento y se adaptan nuestras prácticas a lo que sea necesario para reafirmar y fortalecer la misión de las ciencias sociales y humanas.
Nova et Vetera: ¿De qué manera su formación en la Universidad de Antioquia influyó en su carrera académica y en la creación del Programa de Historia en la Universidad del Rosario?
Adriana Alzate: Hace un tiempo me pidieron escribir el prólogo del libro Egresados Universidad de Antioquia 1803-2023. Historia y legado con sello profesional. Retomo lo que escribí en esa ocasión sobre la Universidad de Antioquia porque no dejaré de pensarlo:
“Para quienes tuvimos la fortuna de estudiar en la Universidad de Antioquia, el periodo que estuvimos allí, los profesores, los compañeros, las rutinas, los lugares, las experiencias vividas en la institución constituyen un momento importante e inolvidable de nuestras vidas. Los aprendizajes iban mucho más allá del salón de clase; se alimentaban de la heterogeneidad de todos los que pasaban por la institución, de sus múltiples trayectorias escolares, sociales y existenciales. Pocas instituciones conozco en el país que generen un sentimiento de pertenencia tan enérgico como la Universidad de Antioquia. Ella produce un complejo de impresiones positivas y de vínculos afectivos que, sin duda, se crean a partir del ambiente mismo de la vida universitaria, donde la excelencia académica, el interés social, la diversidad y la inclusión ocupan un lugar trascendental, y donde cada integrante de la comunidad tiene el sentimiento de ser aceptado, reconocido y estimado”.
En la UdeA me volví más sensible a las desigualdades y más consciente del papel que tenemos los historiadores en la sociedad. Allí descubrí mi pasión por el oficio, por la enseñanza y también el valor de la perseverancia en medio de las dificultades personales y sociales. Esa mezcla de rigor académico y sensibilidad social fue la que quise llevar años después a la Universidad del Rosario con la creación del Programa de Historia: un espacio donde los estudiantes pudieran no solo aprender historia e investigarla o reconstruirla, sino también encontrar un lugar para ser autónomos, inspirarse, cuestionarse y construir juntos.
Nova et Vetera: Finalmente, ¿qué mensaje le daría a los y las estudiantes de Historia que hoy inician su camino académico y profesional en medio de un contexto cambiante y lleno de retos?
Adriana Alzate: Quienes empiezan sus estudios en Historia entran en una dimensión académica y humana maravillosa y desafiante. Si bien el contexto está lleno de retos e incertidumbres, es precisamente en estos momentos cuando el estudio de la Historia se vuelve vital.
Los nuevos estudiantes deben aprender a pensar históricamente, a cuestionar sin descanso, a comprender los complejos problemas de hoy desde perspectivas disciplinares e interdisciplinares, a explicar procesos históricos de forma clara y a diversificar sus instrumentos: podrán usar herramientas digitales, gestión de datos y metodologías multidisciplinarias imprescindibles para comunicarse en este tiempo y en el porvenir. Es todo esto lo que estamos ofreciendo, después de una larga reflexión reciente, en nuestro Programa de Historia.
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