
El espacio estuvo a cargo de la historiadora Gabriela Pellegrino, profesora de Historia Americana Independiente en la Universidad de São Paulo y coordinadora del Laboratorio de Estudios de Historia de las Américas (LEHA/USP), quien presentó a Cecilia Meireles como referente de la educación pública y la literatura infantil universal, subrayando su lucha por la laicidad, la creación de bibliotecas y su diálogo con autores como Gabriela Mistral y Alfonso Reyes.
A lo largo de la historia, las mujeres intelectuales ayudaron a tejer redes transnacionales que permitieron compartir ideas y proyectos, los cuales influyeron en la evolución de la educación, la lectura y la cultura en América Latina y sociedades adyacentes. Cecilia Meireles es una de esas referentes, quien como intelectual pública aun siendo considerada poetisa de profesión estableció un proyecto literario y pedagógico que impulsó la formación de lectores, la defensa de la escuela laica, las políticas del libro y aquellas redes transnacionales que posibilitaron entender cómo se construye una esfera lectora y qué significa educar en clave universalista.
Pellegrino centró su intervención en releer la vida y los aportes de Meireles, poeta, escritora y educadora del siglo XX, a la educación como política cultural y a la democratización de la lectura. Comentó que la principal preocupación en la vida de Meireles fue formar lectores; por ello, sus obras literarias van de la mano de un proyecto pedagógico que buscaba acercar libros a los niños.

La educadora formó parte del Manifiesto de los Pioneros de la Educación Nueva en 1932, cuyo propósito era promover la lectura infantil, implementando encuestas sobre qué querían leer los niños, dramatizaciones, talleres y la creación de la Biblioteca Infantil del Pabellón Morisco en 1934.
“Se dedicó intensamente a la educación, fue una de las pioneras de la Escuela Nueva en Brasil, creó la Biblioteca Infantil del Pabellón Morisco con apoyo de Alfonso Reyes y escribió columnas sobre enseñanza en el Diário de Notícias. Su obra para niños, como Ou Isto ou Aquilo (O esto o aquello), de 1964, muestra que no sólo producía su propia literatura, sino que pensaba en formar lectores desde la infancia”, afirmó.
Cuando Meireles inició su carrera en la academia en 1920, el 65,3 % de la población brasileña mayor de 15 años era analfabeta, según el Instituto de Cooperación Internacional de la Deutscher Volkshochschul-Verband (DVV). Para el momento de su muerte en 1964, la tasa de analfabetismo en Brasil era del 39 %, según el estudio “Educación superior privada: las paradojas de la expansión educativa brasileña”.
Pellegrino señaló que Meireles fue una de las principales opositoras a la imposición de la enseñanza religiosa, lo que la llevó a inscribirse en las disputas de los años 30. Consideraba que la educación debía ser laica, principio que defendió desde su columna en el Diário de Notícias. La escritora criticó directamente al gobierno de Getulio Vargas por el decreto que impuso la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, y formó parte del movimiento “Escuela Nueva”, un programa que defendió la laicidad, la educación activa y la formación cívica.
“Es justamente en atención a los sentimientos de fraternidad universal que la escuela moderna debe ser laica. Laica no significa contraria a ninguna religión, significa solamente neutral, libre de preocupaciones de esa naturaleza. (…) La formación moral del niño no puede depender de fórmulas abstractas memorizadas en textos religiosos”, añadió.
En 1934, Brasil tenía 37 millones de habitantes y solamente 30.500 escuelas primarias, muy dispersas por el territorio, según Pellegrino. A pesar del crecimiento de editoriales en la década de 1930, las bibliotecas escolares eran muy escasas; la biblioteca infantil que Meireles abrió en 1934 llegó a tener 1.500 usuarios antes de ser cerrada por orden del interventor del Distrito Federal en 1937, según la historiadora.
Pellegrino destacó que Meireles no se limitó al modernismo paulista, movimiento creado en São Paulo en 1922 que rompió con el academicismo y construyó una nueva lengua literaria. La educadora tenía una visión universalista frente al modernismo, que privilegiaba la educación, la formación de lectores y el diálogo con académicos de otros países. Meireles buscó tejer redes con autores hispanoamericanos, como Alfonso Reyes y Gabriela Mistral, con quienes compartió modelos de bibliotecas y políticas culturales.

“Para Cecilia Meireles el viajero era distinto del turista: el turista va hacia una fotografía, el viajero observa la cultura, intenta profundizarse en esa mirada para comprender al otro. Y los viajes estuvieron muy presentes en su trayectoria al punto de escribir crónicas sobre sus viajes para periódicos”, señaló.
Meireles realizó la primera traducción brasileña de la famosa novela Orlando de Virginia Woolf en 1948, publicada por Editora Globo, según el artículo “Virginia Woolf en Portugal: Cuestiones de género en dos traducciones al portugués de Orlando”. La poeta viajó y dictó charlas en Estados Unidos e India, donde recibió el reconocimiento doctor honoris causa por sus traducciones de los trabajos del filósofo Rabindranath Tagore, según el artículo “Grandes de la Educación” de la Universidad de Vigo.
Pellegrino indicó que Meireles consideraba que la literatura infantil no debía limitarse a autores para niños, sino ofrecerles alta poesía y clásicos universales. La educadora fue una fuerte crítica del consumo masivo asociado a las novedades de los años 30 a 50, como la radio, el cine y la televisión. Estos avances iban en contra de sus ideales de buena educación, los cuales se basaban en la lectura reflexiva, la interacción directa con libros de calidad y referentes que sirvieran de ejemplo.
“En una conferencia para educadores en Minas Gerais en 1949, Cecilia Meireles disertó sobre el importante papel que las bibliotecas infantiles tenían que cumplir, cito: ‘ya que no existían más amas y abuelas que se interesen por la dulce profesión de contar historias’. Antiguamente la convivencia humana suplía a las bibliotecas creando un ambiente favorable para la formación de niños”, afirmó.
La lectura por placer en países como Estados Unidos ha caído un 40 % en los últimos 20 años, según un estudio de la Universidad de Florida y el University College of London. En ese país, entre 2010 y 2022, las colecciones físicas de libros en bibliotecas públicas disminuyeron en 162 millones de unidades, lo que representa una reducción de aproximadamente el 20 %, según el estudio “The Quiet Crisis Facing U.S. Public Libraries”.
Pellegrino cerró su intervención resaltando que releer la vida y las obras de Meireles no es únicamente un acto académico, sino la forma de mantener vivo ese “gran sueño” de una educación pública laica y universal, que promueva el acceso igualitario a la lectura y la construcción de redes culturales transnacionales. Así lo expresó Meireles en una carta a Fernando Chávez en 1932:
“No sé cómo se puede vivir sin un gran sueño, y sin la disposición heroica de servirlo… me hace mal ver la vida sin brillo, sin esperanzas…”.
